Con el mes de mayo vencido
acabó la tarea literaria de un taller que viene actuando en abierto con la
asistencia y fidelidad de veinticuatro personas del centro. Personas atraídas por el gusto por la lectura, por
inclinación a los libros y por deseos de relacionarse con otros de la misma
afición.
Ha sido un curso intenso,
variado y divertido. Hemos compartido las joyas literarias que nos dejaron los
autores de El Jarama, Historia de una escalera y El sombrero de tres picos.
Hemos saboreado juntos el realismo
poético de Sánchez Ferlosio, recientemente fallecido, el drama social de Buero
Vallejo y la gracia de Pedro A. de Alarcón.
La lectura suscita
comentarios, aclaraciones y complementos que nos ayudan a entender mejor, a
comprender más a fondo y a recordar fechas y nombres de nuestra historia.
Quisimos terminar con una
sesión poética en el parque. El viento
desaforado de ese día lo impidió y fuimos a cobijarnos a una cafetería
para compartir café con churros.
No obstante recordamos a
Manuel Machado y con él cantamos lo que aprendimos con música de Serrat, que no hay caminos trazados sino que los
vamos haciendo al andar, que lo único que hay son estelas en el mar.
Y andando nos despedimos con
el deseo de volver a encontrarnos otro curso más porque ahora al ansia de leer
hemos añadido el gusto por juntarnos, la alegría de vernos y la dicha de ser
amigos.
Zaragoza. Mayo de 2019
Antonio Aguilera, un lector.